miércoles, 18 de abril de 2007

VIAJE A UNA BELLA CIUDAD

Después de un largo viaje , recorriendo mi país, durante la noche, llegue a una ciudad misteriosa para mí, muy nombrada en todas partes y que nunca había visitado. Era una ciudad hermosa por todos los lugares que visité, la estructura de sus casas y monumentos históricos, todo muy hermoso.

Después de horas y horas de paseo visitando lugares, sacando fotos llegó la tarde y busqué un lugar para dormir. En mi búsqueda encontré un acogedor lugar, donde sus dueños me atendieron muy amablemente, me pasaron la llave de mi habitación y me fui a acomodar mis cosas.

A la mañana siguiente, al despertar, miré por la ventana y pude apreciar un lindo cielo despejado, con pajarillos volando de un lado a otro, alegres por un día nuevo de vida y así aprecie todas las aves desde mi ventana.

Después de arreglarme, salí de mi habitación para desayunar, baje las escaleras y entré al comedor, el desayuno ya estaba listo, gracias a uno de los dueños, un señor amable que me atendió junto con la dueña, todos los días que me hospede en el lugar.

Luego de haber desayunado, di las gracias y salí a recorrer nuevamente la ciudad. Ese día fue igual de bueno que los anteriores. Pasé por lugares que el día anterior no había ido y así pasó el tiempo, ya casi de noche, volví al tranquilo lugar donde me hospedé ya que tenía que empezar a hacer las maletas para irme al día siguiente al pueblo en que actualmente vivo.

Después de una noche de buen sueño, desperté en la mañana y me vestí, baje para desayunar y ahí conocí a la señora que atendía, buena, creyente y amable, conversé con ella y después de desayunar, me despedí de ella, para comenzar a realizar el último paseo por la ciudad, éste fue hacia el mercado, una estructura muy antigua, pero aun vigente, luego me dirigí a un ascensor, un mini-carro de madera que subía tirado por una cuerda, en el subí hasta un cerro llamado “Artillero”, allá arriba compre algunos recuerdos para una tía y mi abuelita que me esperaba en la pequeña localidad que es mi hogar. Llegué hasta un mirador y desde allí observé la gran ciudad que se extendía por todas partes, sus grandes edificios y su mar, ya que era una ciudad costera. Cuando ya había recorrido todo el sector regresé a tomar el “mini-carro” para bajar del cerro, cuando la cobradora me dice: “no hay salida porque no hay electricidad se arreglara en una hora mas...” yo pensé en ese momento que malo porque el calor que hacía era demasiado para mi costumbre, pero luego pensé que no me quedaba otro remedio, así que lentamente bajé las escaleras de cemento y así conocí otra parte que dicen es una de los paseos más característicos de esta ciudad tan nombrada. Después de bajar del cerro me fui en el metro, hacia otro sector para observar desde otro punto de vista esta gran ciudad, allí estuve en una de sus playas y paseé por el muelle .

También pude apreciar la anchura de sus calles y lo grande de sus plazas. Al final del día, cerca de la puesta de sol, volví al hotel a buscar mis maletas y me despedí de los dos amables dueños recordando su buen recibimiento y al final, me fui agitando la mano en forma de despido hacía la dueña que desde la puerta me decía ... “chaoooo”

Al llegar la hora me subí al bus y me fui dejando atrás... “una gran ciudad que me dejó con buenos y grandes recuerdos”.

Mas que un cuento esto en una historia real, que viví con mis padres y hermano.

Dedicado al nieto de la señora del Kolping – Valparaíso

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